Por Benjamin Gacía
La sociedad dominicana de las dos últimas décadas, muestra un indetenible avance material, producto de políticas, tanto públicas como privadas, que lo han colocado en el carril de las economías más pujantes de la región. Sin embargo, este desarrollo, visible en fastuosas edificaciones, obras viales, industrias, empresas multinacionales con notables beneficios, no ha logrado alcanzar, como quisiéramos, el plano humano espiritual. Hoy día, el ciudadano da muestras de absurdas manifestaciones de irreverencia, irrespeto a las más elementales normas de conducta cívica, evidencia además, a pesar de mostrarse locuaz e informado, en ocasiones arrogantes, (incluidos muchos de nuestros más connotados comentaristas o analistas políticos), una ignorancia que raya en lo patético.
La famosa carreta ruidosa, pero vacía. Este cuadro lo empeora el hecho, de que los proyectos de mejoras en el sistema educativo, se quedan agazapados en las gavetas de los funcionarios, por falta de recursos económicos y humanos o simple desidia burocrática.
Publicado Por: Elvys Rodríguez