La promesa de una “mejor vida” que terminó en tragedia: la historia de Emailing Coronado

La niña de 7 años, llevada a Santo Domingo con la ilusión de un futuro mejor, fue asesinada presuntamente por su tía y la pareja de esta.

Santo Domingo.– La historia de Emailing Coronado, una niña de apenas 7 años, refleja la vulnerabilidad de muchas familias dominicanas que, en medio de la pobreza, confían en otros para brindar a sus hijos oportunidades que ellos no pueden garantizar. La promesa de “una mejor vida” terminó en tragedia cuando la pequeña murió en circunstancias atroces, presuntamente a manos de su propia tía, Yokeiry Coronado de la Cruz, y la pareja de esta, Jeider Montero Medina, quienes cumplen prisión preventiva acusados de homicidio, tortura y barbarie.

Su madre, Cauri Coronado, de 21 años, recuerda con dolor la difícil decisión que tomó al permitir que su tía se llevara a la niña desde Monte Plata hasta Los Guandules, en Santo Domingo, con la esperanza de un futuro más digno. “A veces nos dormíamos sin cenar”, confesó entre lágrimas, al narrar que la necesidad económica y la falta de apoyo la llevaron a confiar en quien terminó arrebatándole lo más preciado.

La vida marcada por la pobreza y la esperanza

Cauri enfrentaba una realidad dura: sin empleo estable, separada de sus parejas y con tres hijos a su cargo. El padre de Emailing había fallecido tiempo atrás, y ella se apoyaba en familiares para salir adelante. Sus hijos más pequeños permanecían a menudo con sus padres o parientes paternos, mientras que la mayor vivía con ella en Peralvillo, Monte Plata.

Desde la infancia, Cauri cargó con responsabilidades adultas. Dio a luz a los 13 años, al año siguiente tuvo otra hija, y a los 17 ya era madre de tres. Pese a sus intentos de formar un hogar estable, sus matrimonios no prosperaron y terminó regresando a la casa de su madre en La Cuaba, Monte Plata, donde crió a sus hijos en condiciones precarias.

Fue allí donde Yokeiry Coronado, su tía, comenzó a ganarse su confianza. “Cuando venía de la ciudad nos llamaba; si teníamos hambre, nos resolvía. Antes de irse siempre dejaba dinero para que comiéramos ese día. Nadie pensó… nadie creyó que ella iba a hacer eso”, relató Cauri entre sollozos.

El giro inesperado y la llamada fatal

Durante meses, la madre mantuvo contacto con su hija, quien siempre parecía estar bien bajo el cuidado de Yokeiry. Pero el pasado sábado, mientras trabajaba en un pequeño mercado —su nuevo intento por generar ingresos— recibió una llamada devastadora: una prima de su tía le dijo que su hija había muerto, sin darle mayores explicaciones.

La noticia paralizó a Cauri. Lo que en principio parecía un gesto de solidaridad familiar se transformó en una pesadilla que hoy mantiene a una joven madre sumida en el dolor y la indignación, y al país conmocionado por la brutalidad del caso.