Una irracional manera de asumir la vida |
Informacion - Artículos de Opinión |
Colocado por Elvys Rodríguez |
Lunes, 29 de Octubre de 2012 23:31 |
Por Benjamín García Frente a la sede principal de la Universidad Tecnológica de Santiago UTESA, se ha levantado una nueva estructura, llamada a suplir una necesidad vital y reclamada durante años: Un puente peatonal. Ahora quienes llegan al recinto universitario a estudiar, en calidad de docente o como visitantes no tendrán que cruzar la avenida Estrella Sadhalá corriendo el riesgo de ser arrollados. Hasta aquí todo parece en el rumbo correcto. Ahora bien, esta estructura levantada en acero con pilares de hormigón armado, de una arquitectura moderna, aunque no responda al diseño original, según ha establecido el arquitecto responsable, está llamada a sufrir los embates de la irracionalidad e irresponsabilidad con que se maneja nuestro ciudadano común. Ya hay quejas de dueños de negocios, de los “sufridos” choferes del “concho”, de estudiantes, quienes ven en ella un obstáculo, una molestia mas pues tendrán ahora que recorrer un trayecto mas largo y además subir unas empinadas y odiosas escaleras para cruzar de un lado a otro, “con el riesgo que todo ello implica” pues se pueden romper un tobillo, ser asaltados, entre otras delicadezas incluida la posibilidad de caer desde lo alto. (Aclaro que todo esto lo he escuchado). A todos aquellos a quienes he tenido la posibilidad de escuchar y responder les digo que pierdan cuidado, pues si se ha tardado dos años en construir el puente, se tardarán otro tanto en levantar una verja que impida a desaprensivos e irracionales sujetos como ellos, hacer el cruce de la avenida como hasta ahora, es decir corriendo el “verdadero riesgo” de ser atropellado por un vehículo. Nunca me ha gustado la expresión de “solo en este país”, tengo pocas experiencias de viajes aunque haya pasado algunos años de inquilino en otras naciones, pero resulta contraproducente la conducta ciudadana nuestra. Esta experiencia de ver los peatones cruzar las avenidas zigzagueando entre automóviles justo debajo de un puente construido para evitarlo es como para morir de espanto. Tenemos vicios enraizados que nos impiden como sociedad caminar por la ruta del orden, asumiendo las normas como algo sagrado cuyo propósito único es salvaguardar la seguridad de los ciudadanos. ¿Cómo es posible, me pregunto siempre, preferir esta manera irracional de vivir, cuando podemos hacerlo bien, solo con un poquito de esfuerzo? Muchos de esos estudiantes con quienes conversamos sobre el puente en cuestión, son incapaces de hacer una fila para abordar el autobús que los trae o devuelve a su pueblo, cuando sea ese el caso. Lo he vivido y sufrido, aun con capacidad para treinta personas y solo haya diez en espera, hay que hacer un “molote” en la puerta, pues todos quieren entrar primero. Cuando lo refieres, quieren a toda costa hacerte entrar en razón, pues quien está equivocado eres tú que busca comportarte del modo contrario a como lo hacen todos los demás. “El que está loco eres tú”, eres la niña anormal del famoso programa de humor mejicano “La familia Peluche”. Así vamos, es pan nuestro de cada día, odiosa manera de convivir, cada quien por su cuenta asumiendo las leyes como cuentos, por donde pueda lo hago aunque una norma lo impida, total el analfabetismo también es de gente que ha ido a la escuela. Esa conducta, producto de una sociedad que ha caminado a la deriva, sin norte ni guía, sin dirigentes en capacidad de entender que también las personas se administran, nos impide avanzar, crecer como humanidad, alcanzar niveles superiores de convivencia. Cada quien es una isla, intocable, cuya frase “mis derechos empiezan donde terminan los del otro”, es una pendejada sin trascendencia de algún despistado del siglo XVIII.
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