Por Jackson Picharlo

Nuevamente nos encontramos ante una conmemoración más del natalicio de nuestro apóstol de la patria, Juan Pablo Duarte . Como ya es costumbre el día 26 de enero se armará el peregrinar hacia los monumentos públicos que nos recuerdan su memoria.

En los actos más vistosos, se acarrearán como reses a miles de estudiantes, para que presencien el espectáculo de los políticos de turno vestidos de funcionarios públicos, alabando la obra y memoria de nuestro insigne patricio.

Me parece escuchar la retórica envenenada de voces prostituidas, convertidas en sacrificados políticos, alabando una entrega y desprendimiento por la nación de la cual ellos carecen, y exhortando a los presentes seguir un ejemplo quimérico, mientras en la realidad ellos arrasan con todo a su paso.

Producto de este tipo de situaciones es que vemos como ciertas jovencitas cubren sus nalgas con nuestra bandera y suben sus imágenes a las redes sociales, porque su subconsciente y  la práctica de nuestros líderes les dice que es un símbolo estéticamente bello, pero carente de valor humano y sentido práctico.

Mientras, la historia nos atestigua, que Duarte sacrificó el patrimonio familiar en aras de impulsar el proyecto de independencia, la mayoría de los políticos que nosotros conocemos y que van a discursear en su fecha de natalicio, han hecho todo lo contrario,  pasando de mendigos a millonarios fruto del ejercicio de la actividad política truculenta.

Mientras Duarte nos legó un pensamiento humanista, altruista y libertario, nuestros líderes de hoy nos exhiben una conducta egoísta, deshumanizada y de carácter entreguista de nuestras referencias físicas y conceptuales de soberanía y nación. 

Mientras Duarte prefirió marcharse al exilio por no dar su brazo a torcer en defensa de su proyecto de nación, nuestros políticos de hoy son capaces de vender a su madre en un prostíbulo, a cambio de alcanzar una posición pública o un empleo en el gobierno. 

Mientras Duarte soñó y luchó porque sus compatriotas vivieran en una verdadera democracia al mejor espejo de los Estados Unidos y Europa, nuestros políticos que de boca lo alaban se han encargado de convertir el país en un chiquero preñado de prácticas dolosas donde no existe ni orden ni ley.

La obra de Duarte sigue inconclusa, su espíritu no está en esas estatuas que conocemos, está dormido y sólo despertará cuando la ciudadanía despierte, y asuma sus deberes y al mismo tiempo exija a sus líderes que retornen al cauce del proyecto de Duarte y Los Trinitarios, los actos del día 26 en su gran mayoría no pasaran de ser lo que son: Teatro. 

Despertará Duarte nuevamente cuando despierte el pueblo, mientras seguirán los cínicos de siempre falsificando la historia, predicando virtudes que ni muertos, borrachos ni locos quieren practicar, de ahí la desconexión de nuestra juventud con Duarte, no por la calidad humana y ética del mensaje, sino por la hipocresía y falsedad de los que se reclaman mensajeros.