Por Alexander Marrero

Muchas veces cuando tenemos que definirnos, nos mostramos ante los demás como queremos que el otro nos conozca y a veces como pensamos que el otro nos quiere ver.
No siempre nos definimos de acuerdo a lo que somos, sino de acuerdo a las expectativas que los demás tienen o tratamos de definirnos, hablando sobre lo que queremos mostrar de nosotras.

Tal vez cuando te preguntan quién sos, te definís por el título que tenés o los conocimientos que adquiriste en tu vida.

Hay mujeres que se definen por su condición y dicen que son mujeres casadas o solteras. Otras se definen por conductas y dicen; ‘yo soy torpe', ‘soy de confianza' , etc. Otras hablan de su cuerpo.

Entonces se van definiendo por sus conductas, por sus reacciones y todo esto muestra una imagen de lo que son pero no es la verdadera. Todo esto hace que tapes tu verdadera identidad.

Éxodo 3: «Pero Moisés insistió: —Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo: "El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes."¿Qué les respondo si me preguntan: "¿Y cómo se llama?"
—Yo soy el que soy —respondió Dios a Moisés—. Y esto es lo que tienes que
decirles a los israelitas: "Yo soy me ha enviado a ustedes."»

Dios se identificó diciendo “Yo soy el que soy” y si el Gran Yo Soy está dentro tuyo, a partir de hoy quiero que empieces a identificarte diciendo que sos la que sos .

Cuando vos te presentas delante de alguien, esa persona va a estar esperando que le des información para ubicarte; porque a los seres humanos nos encanta poner en moldes a las personas.

Pero si vos decís ‘yo soy la que soy' , no podrán amoldarte.
Y lo que tenemos que lograr es que nadie nos amolde a su imagen y semejanza porque estamos hechas a imagen del Yo Soy.

A través de un proceso podemos lograr ser las que somos. Es un proceso por el cual vos te parís a vos misma.
Las mujeres somos paridas dos veces; primero nos va a parir nuestra madre. Pero el segundo tiene que nacer de una misma. Este segundo parto tiene dos momentos; el día que aceptas a Jesucristo y el segundo momento es cuando vos decidís parirte a vos misma.
Todo parto trae dolor; pero es parte del proceso para poder definirte como la que sos.
Tenés que mirarte en el espejo interior, porque hasta ahora las mujeres nos hemos mirado en el espejo de la sociedad. La sociedad pretende que te cases, tengas hijos, que te quedes en el mundo privado, que no te hagas ver. Por eso parirse para tener identidad duele.

Quiero que veamos algunas de las mujeres que yo analizo en el libro “Yo soy la que soy”.

Débora:
Se definía a si misma como madre de una nación. Era una mujer guerrera; cuando ella caminaba parecía que caminaban miles. Ella fue una mujer de influencia , tenía capacidad de atracción. Débora nunca se cuestionó su tarea, nunca esperó que otro la hiciera.
Tenía tanta seguridad que nunca se quedó contemplando las situaciones negativas. A veces las mujeres somos muy contemplativas y vivimos mirando lo que nos está pasando.

¡Dejá de contemplar mujer y despertá las capacidades que tenés!
Levantate como madre de una nación. Tenés que recordar ante las circunstancias negativas que tenés la capacidad para que todo te salga bien.

Ella sabía que tenía identidad de líder. Tenés que saber que dentro tuyo hay una líder ; empezá a soltar esa identidad.

Sara:
Era una mujer que tenía deseos no cumplidos y estuvo dominada por emociones negativas durante mucho tiempo.
Se autodefinía como vieja, estéril, desgastada. Era una mujer dominada por sus propias definiciones negativas. Ella creía que Dios la definía como ella se definía.

No hay nada peor que creer que Dios piensa como vos pensás.

Ella se definió así durante mucho tiempo hasta que Dios irrumpió en su vida y le hizo la misma pregunta que Dios te hace a vos; “¿Hay alguna cosa difícil para mí?”.
¿Crees que hay algo que Dios no pueda resolver? ¿Crees que a Dios se le escapa algo de tu vida?
Empezá a hacerte estas preguntas; porque cuando Dios le hizo esta pregunta a Sara le dio sus sueños; y cuando Dios cumplió sus sueños ella se rió.

Tenés que ser una mujer que se ríe. Aprendé a reírte, aún en tus circunstancias más difíciles porque cuando te empieces a reír vas a recordar que para Dios no hay cosas imposibles.

Dios te va a hacer reír y vas a poder decir como Sara: “Dios ha hecho grandes cosas conmigo.”

Abigail:
Al principio de la historia esta mujer tenía sus emociones anestesiadas ; pero algo dentro suyo hizo clic. Ella se había acostumbrado a no sentir, no lloraba, no reía, todo le daba igual hasta que vio una injusticia a su alrededor y sacó la mujer indomable que estaba dentro suyo.

Hay mujeres que sólo reaccionan frente a una injusticia ; hay mujeres que son maltratadas, pero algo hizo clic cuando maltrataron a sus hijos.

Dentro tuyo hay una mujer indomable que sabe hacia dónde va.
Querida mujer sacar la mujer indomable no es ser rebelde. Una mujer indomable sabe escucharse a sí misma por encima de las voces ajenas.

Abigail se definió como indomable; esa era su identidad.

María, la mujer del frasco y la mujer del manto:
Reconocieron que la sumisión estaba en la cultura pero no en su genética . La sumisión no es algo que viene de Dios.
No tenés que estar sometida a nadie, solamente a Dios que estar sometida a nadie, solamente a Dios.

Ester

La mujer de Lot:
Creía que no tenía ni voz ni voto. Ella creía que no tenía la posibilidad de decidir sobre su vida. No podía reconocerse y estaba encerrada en la bronca e impotencia.

Hay mujeres que hoy comen bronca y soportan que otros decidan por ellas.

La esposa de Lot, que no tiene nombre, siempre fue detrás de las promesas de la gente y no detrás de las promesas de Dios.

Vos decidís cómo vas a comunicarte con Dios. Si vos decidís que sea por medio de alguien; siempre vas a depender de esa persona; pero si querés tener voz y voto en tu propia vida para tomar decisiones vas a tener que dejar de esconderte detrás de las promesas de la gente.

Tenés que aprender a escuchar tu voz y respetarte. Cuanto más respetes tu voz interior, más éxito vas a tener en la vida.

María, la mamá de Jesús:
Ella era una mujer dispuesta a todo. Se atrevió a trasgredir, se atrevió a lo nuevo . Fue una mujer a la que Dios le redefinió la vida.

Dios quiere romper tus paradigmas.
La vida de Dios no es para mujeres protocolares, es para mujeres apasionadas.

Soltá los prejuicios porque Dios va a venir a tu vida para irrumpir y puedas entrar en una nueva dimensión con cosas que todavía no experimentaste.

Ana:
Es una mujer que se atrevió a negociar con Dios .Dios te va a enseñar a negociar. Para nosotros el término negociar puede llegar a parecer feo. Pero Dios no tiene problema en que negocies con Él.

Podés negociar con Dios siempre que tengas las cosas claras. Dios está buscando en este tiempo mujeres con identidad clara, que sepan quiénes son y a dónde quieren llegar.

Cuando vos tengas claro lo que querés, Dios va a darte todas las herramientas para que logres todos tus objetivos.

Mamá de Sansón:
Su sueño era tener un hijo; pero antes de dárselo Dios le dijo que debería vivir lo que su hijo experimentaría después.

Si querés que tu sueño nazca tenés que empezar a vivir de acuerdo a ese sueño. No podés querer ser una mujer prosperada y vivir en lamento diario; tenés que empezar a vivir desde ahora como una mujer próspera.

Si querés parir sueños en libertad tenés que aprender a vivir en libertad. Hay un sueño que tenés que parir.

Lea:
Fue una mujer valiente que logró tener identidad . Luchó con espíritus heridores, de tortura, de fracaso, de abandono, etc.

La misión de un espíritu heridor es desenfocarte. Nunca sueltes el sueño, no dejes de ser independiente estés con quien estés. No tenés que seguir a nadie.

Rut:
Decidió dejar su pasado por aventurarse a lo nuevo.
Dios quiere que seas libre económicamente. Dios no tiene problema que disfrutes tu dinero.

Tenés que mostrarles a tus hijos que el sistema no pudo con vos.

Dios quiere que alcances todos los sueños que hay en tu corazón. Cada vez que alguien te robe tiene que darte bronca y la bronca tiene que servirte para decir: ‘¡Basta!' Tenés que tener coraje para decir basta a lo negativo.

Rechazá a vivir de privilegios que en definitiva no son privilegios. Una mujer es libre cuando puede decidir lo que quiere hacer.

No te mientas; salí de lo fácil, porque para tener identidad hay que pasar por un proceso.
Empezá a correr detrás de lo que vos querés.
Dejá de definirte a través de los éxitos y logros de los demás.

No tenés por qué vivir una identidad fragmentada, Dios te ve como una mujer completa.

Por eso cuando alguien te pregunte quién sos, vos le vas a responder ‘yo soy la que soy'.

No permitas que se apague tu vitalidad, tu fuego. ¡Sacá la mujer indomable!
Definite como Dios te define.