Por Alexander Jerez
Hace unos días me pregunté ¿Cuándo cambiarán las cosas en este país?, utópica pregunta ¿no?, pero más utópica aún sería algunas posibles respuesta:“Después de mayo las cosas cambiarán”, “El próximo síndico realmente cambiarálas cosas”, “No te apure que cuando lleguemos al poder…”, “La inversión millonaria hecha por nosotros en la infraestructura y en la agricultura cambiará significativamente la economía de nuestro país”, “El 4% del PIB para la educación será significativo para un cambio y una revolución social en Dominicana”.
Estamos acostumbrados, y nos han educado a eso, que cambio significa que un grupo gane las elecciones, que se cambie el morado por el blanco, que cambien los escritorios de los estamentos y pinten las oficinas, que cancelen a los que estaban antes por los de ahora… y todo eso puede parecer un cambio y etimológicamente la palabra lo admite como tal, pero en la práctica es más de lo mismo, corrupción, promesas incumplidas, tráfico de influencia, complicidad con el crimen…
El ser humano ha entendido desde siempre que la evolución es parte de él y la estática no lleva a nada. Entiendo como cambio una transformación total, un giro de trescientos sesenta grados, una ruptura completa del sistema, aunque vuelen tres o cuatro... cientos de cabezas, un cambio donde sea el pueblo que realmente decida lo que le conviene o no. Volteemos el cuchillo y pongámoslo con el filo hacia arriba, para que el de abajo sufra menos, transformemos esta sociedad a la que pertenecemos y aún no nos damos cuenta.
Estas palabras serán una gota en el desierto, pero así es que inicia la lluvia