Por Mauricio Toribio (mtoribio17@hotmail.com)

El anuncio reciente dado a conocer por todos los medios de comunicación criollo y de la prensa internacional de que en la zona norte de la hermana Republica de Haití se construirá, en un periodo corto de tiempo un proyecto de zona franca, más que todo para el área textil; que arrojarás como resultados en su primera etapa unos 20,000 empleos directos y las posibilidades de ir en aumento, es una buena esperanza para que dicha nación por fin se comiencen a dar los primeros pasos para levantar su frágil economía, y así puedan darles las caras de frente a los graves problemas de todas las índoles por las que atraviesan.  Al mismo tiempo, la misma noticia es un respiro social, y por que no; hasta económico para nosotros los dominicanos que también de una manera u otra nos beneficiaríamos con esas medidas.

Eso sin lugar a dudas que contribuirás a que: tanto ellos, los haitianos como nosotros los dominicanos tengamos una tregua en la agobiante ola de inmigrantes ilegales haitianos cruzando la frontera en busca de mejorar sus condiciones de vida de este lado de la isla y el desplazamientos de miles de efectivos militares dominicanos por todos lados, tratando de frenarla, en lo que parecería el cuento de nunca acabar, el del gato y el ratón.  Esas medidas anunciadas por el ex presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, el BID y personalidades del medio artísticos y culinarios, viene siendo las esperanzas del principio de un sueño que lucía imposible de alcanzar para nuestros vecinos y una carga que nunca nos quitaríamos de encima el pueblo dominicano.

Pero no solo para ellos sería un motivo de alegría.  Aquí tenemos grandes problemas económicos que también podríamos ver en el mencionado proyecto la solución mediática de emplear a miles de los nuestros que necesariamente tendrían que ser contratados por esas empresas para ocupar los cargos gerenciales, directivos y técnicos, además de que constamos con una basta experiencia en la rama textil, ya que en Haití el nivel de analfabetismo casi alcanza el cien por ciento, por lo que la mayoría de los empleos serán prácticos y en funciones donde el intelecto no tenga que ser una herramienta tan necesaria.  He ahí la oportunidad de miles de jóvenes que recientemente se han graduados en las universidades nacionales en diferentes ramas del saber que andan ¨cruzando calles y enderezando esquinas¨ porque no encuentran que hacer.

Todo esto es bueno para ambas naciones, sin contar que a esos 20 mil empleos directos se les sumarian otros miles indirectos, así como la diversificación y el incremento de cientos de pequeñas fabriquitas y negocios en ambos países.  La ampliación del comercio bilateral entre Haití y República Dominicana se haría más dinámico, aumentando la productividad, en donde el flujo de mercancías y dinero se harían más notorios, consumiéndose por tanto  más bienes y servicios.  Pero lo mejor de todo es que con dichas acciones les devolveríamos un poco de paz y tranquilidad a nuestros pueblos y un cambio de percepción de la opinión internacional que ha puesto el país, la República Dominicana como los villanos de la película a nivel mundial.

01/12/2011