Cuando vende el voto come un dia y pasa hambre siempre.

Por Nicolás Arroyo Ramos, M.A.

El clientelismo político,- una práctica tan usual, antidemocrática, corrupta y perversa en estos tiempos-, atenta contra la dignidad humana y el derecho soberano de elegir libremente a sus autoridades que tiene cada ciudadano, ya que los que manejan mayores recursos, los emplean para imponer su poder, fuerza y decisión, entre los más débiles, logrando comprar las voluntades, y hasta torcer el rumbo de una nación, eligiendo autoridades que no siempre se corresponden con los mejores intereses.

Llora ante la presencia de Dios, el hecho de que en pleno Siglo XXI, cuando se supone que hemos avanzado, todavía algunas personas acudan a depositar su voto, por el pago de algunos pesos, una tarjeta de solidaridad o bono gas, unas cuantas libras de arroz, una cuantas libras de habichuelas, algunas fundas de espaguetis, algunas fundas de cemento, algunas hojas de zinc, un poco de madera, el arreglo de cacita y algunos electrodomésticos, la promesa de un empleo, entre otros.

Pero todavía es peor, ya que el dinero que se reparte entre los clientes para comprarles la voluntad, generalmente a los (pobres, hambrientos, miserables, indigentes, tigres, activistas,  vagos, vividores, bohemios, mercenarios, delincuentes, parásitos, entre otros), no necesariamente proviene de los bolsillos de los candidatos, sino generalmente, de las arcas del Estado Nacional, que es lo mismo que decir, del fondo común del pueblo y, que bien debieran emplearse, para mejorar la calidad de vida de la población, salud, educación, alimentación, seguridad social, seguridad ciudadana y en la construcción de carreteras, calles, puentes, caminos vecinales, clínicas, hospitales, escuelas, centros tecnológicos, entre otros.

Hacemos esta reflexión, a propósito de que leyera las declaraciones del arzobispo de Santiago, Monseñor Ramón Benito de la Rosa Carpio, en el sentido de que el clientelismo es un peligro que asecha las elecciones del próximo 20 de mayo, pronunciamientos hechos durante la homilía del lunes 27 de febrero, en la que exhortara a los feligreses y el pueblo en general, a no vender su voto, ya que ejerciendo el sufragio podrán defender su libertad, alcanzada con la Independencia Nacional.

En la ocasión, y como se dice en buen dominicano “poniendo el dedo sobre la llaga”, monseñor De la Rosa y Carpio, proclamó que hoy los dominicanos tienen la potestad para votar libremente, la cual deben aprovechar para lograr la conservación de la independencia que tenemos: “Si el clientelismo y la corrupción nos lleva a nosotros a elegir personas que nos lleven al desorden y la dictadura, entonces surgirán otros Duarte, Sánchez y Mella, que han de devolvernos la libertad”, enfatizó.

Como si fuera un grito de alerta nacional a los electores, a favor de la  libertad y en contra de la opresión, el arzobispo de Santiago, quiso hacer sentir su voz, alertando a la comunidad nacional acerca del grave peligro que asecha al pueblo dominicano, a fin de evitar que los electores sean tentados por el llamado “oro corruptor”, indicando de manera precisa: “Los dominicanos tienen que cuidarse del dinero sucio, que propicia el clientelismo, con lo cual no se llamará ocupación extranjera ni dictadura, pero sí será una dependencia de quienes aportan recursos para comprar el voto”, expuso el prelado.

El un sermón que no tuvo desperdicio, el prelado católico subrayó que “en este día de la Independencia quiero insistir en la dimensión de la libertad y la capacidad de elegir y votar, porque el voto que tienen los ciudadanos  en sus manos es para tomar una decisión”, esas son palabras que no tienen desperdicios, están llenas de sabidurías, y nos invitan a una profunda reflexión acerca de la labor heroica llevada a cabo por los ilustres patriotas Juan Duarte, Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, pero esa introspección profunda debe ser hoy, ya que mañana podría ser tarde.

Nota: El autor es periodista, abogado, productor de televisión y profesor