Por Benjamin Garcia

Desde hace varias jornadas, en esta con menos intensidad, un grupo de connotadas figuras nacionales ha pedido la inclusión en la boleta electoral de un recuadro donde el ciudadano pueda mostrar su rechazo a las propuestas de los partidos políticos con el sugerente título de “ninguno”. Es decir, un gesto que les permita hacerle saber, a quienes se presentan a un cargo público, que no son de su agrado. Algo parecido a la insistencia de sugerir al Facebook una etiqueta de “no me gusta”.

El primer rechazado al planteamiento, ha venido de la propia Junta Central Electoral, organismo regente de proceso eleccionario dominicano, luego otras fuerzas sociales y voces independientes han hecho lo mismo por considerar el pedido improcedente.  La Constitución no contempla tal opción en un proceso de selección, sencillamente porque otros métodos hacen posible el rechazo.  Digamos que el voto en blanco, como en “Ensayo sobre la lucidez”, de José Saramago.  Además, ¿Qué sentido tendría el ejercicio democrático?

Si no está de acuerdo con los candidatos que se presentan.  Si se ha cansado del sistema de selección y de representación que rige nuestra sociedad, sencillamente, como parte de la misma, agrúpese con sus iguales y haga una propuesta seria, diseñe otra estructura y presente los planos, quizás podamos construir esa nueva sociedad aspirada.  O mejor, presente su candidatura, “empoderece”,  porque, talvez, la anarquía a esta altura de la historia, ya no sea posible.

En el caso de las redes sociales es mucho más sencillo.  No lea, no revise, no procure aquello que no sea de su agrado.  Tan simple como obviar el canto del gallo taponando los oídos con algodón.  ¿Cuál es el afán de andar denostando y expresando al mundo sus miserias, sus disgustos?  En qué me hace crecer una etiqueta con un “no me gusta”.  Siento a veces la rabia en la propuesta y en mas de una ocasión, un cierto aliento de náufrago.

Es común en el accionar de muchos la práctica de denostar.  Nada corre como debe, el agua nunca está clara y el peso del colmado siempre ha sido alterado, en toda acción humana, para ellos, por saludable que sea, hay algo corrompido.  Todo político roba y el andrajoso que pide lo hace siempre con el propósito de ingerir alcohol o succionar un par de tiras blancas.

A veces reflexiono, y los profesionales de la conducta pueden ayudarme con ello, que existe en estas personas la enana intención de sobrevalorarse, colocarse por encima de todos, incluso, erigirse por encima del bien y el mal, cuando estamos lo suficientemente instruidos para saber lo imposible de colocarse en esa posición.

Nunca digas a alguien que no le ama.  Exprésate de tal forma que puedan comprenderte sin ofenderse, de manera que el vínculo primario no se rompa y puedan afianzarse otros cimientos.  No es faltar a la honestidad.  La sinceridad en el establecimiento de una relación es fundamental, pero sin hacer uso abusivo de ella.

Estamos conminados a buscar una salida. A reencauzar nuestra democracia, hacerla mas participativa.  Bajar de los altares aquellos funcionarios presos de la arrogancia.  Sacar de competencia los incompetentes, ineptos con poco que ofrecer. Acabar con las claques formadas para hacer negocios con el dinero de todos.  Pero mediante métodos viables y coherentes.  No hay espacio para inventos.

Generar una conciencia ciudadana crítica, sin temor a la participación, más dada a la propuesta que a la queja, sabedora de sus derechos pero dispuesta a asumir sus deberes.